Basada en hechos reales, esta pequeña historia ambientada en Argentina rebosa humanidad. Conjuga situaciones cómicas, dominadas por un humor muy británico, con otras dramáticas en las que profundiza lo justo. En cualquier caso, resulta entretenida y entrañable de principio a fin. Una singular mascota se convierte en el improvisado canal de autoayuda que reconcilia a distintos personajes con su presente y pasado. No obstante, nunca despierta emociones intensas pese a las terribles circunstancias que envuelven al relato. Peter Cattaneo (Full Monty) se queda a medio camino en sus intenciones.
Tom Michell llega al agitado Buenos Aires en marzo de 1976. Enseñará inglés en una escuela de las afueras, cuyos alumnos pertenecen a familias adineradas. Al producirse el golpe de Estado se suspenden las clases temporalmente y decide pasar unos días en Uruguay. Paseando por la playa al amanecer descubre a un pingüino agonizante entre charcos de petróleo. No duda en rescatarlo para impresionar a la mujer que le acompaña. Ignora que pronto se convertirá en su inseparable compañero.
Desde el inicio impone un cariz afable y ligero; por eso funciona con soltura en la vertiente cómica. Encadena chistes de diversa índole, incluso los hay escatológicos, aunque no cae en los habituales excesos repulsivos.
Al descender a las tragedias derivadas de la coyuntura en que vive el país, no acierta con el tono. No frivoliza con esas cuestiones, pero apenas alcanzan la gravedad que merecen, por ello, termina por aproximarse a una feel-good movie.
Al comienzo no ofrece mucha información del protagonista, si bien se reserva algunos secretos que destapa posteriormente. También cuida la descripción de quienes se relacionan con él. Los secundarios gozan de unas participaciones relevantes que enriquecen el filme en diferente medida.
Los últimos instantes, en los que se producen varios acontecimientos inesperados, buscan reafirmar sus benevolentes propósitos.
Respeto a los apartados técnicos, se agradece la luz que preside las secuencias exteriores, rodadas en Canarias. Es igualmente apreciable la melódica banda sonora compuesta por Federico Jusid (El secreto de sus ojos), rica en matices.
Steve Coogan (Philomena) realiza una interpretación correcta, ajustada a las limitadas exigencias del papel que asume. Además, destacan las acertadas y sentidas intervenciones de la actriz Vivian El Jaber (Un cuento chino); mientras que Jonathan Pryce (Los dos papas) aporta su oficio en momentos puntuales.
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