Cuenta la precipitada e inesperada transición de la desinhibida adolescencia a la madurez adulta con frescura, humor y notas agridulces. Louise Courvoisier, directora y coguionista, firma este digno debut, una ópera prima galardonada con dos César, que bajo su aparente sencillez trata aspectos sociales de calado vinculados al mundo rural. Demuestra que el cine francés también saber mirar al campo y desarrollar historias con encanto. Aquí el drama latente queda matizado por un tamiz de optimismo y perseverancia ante las metas que se persiguen.
Totone tiene 18 años y se pasa el día de fiesta con sus amigos. Sin embargo, una desgracia voltea repentinamente ese panorama. Debe hacerse cargo de su hermana, y buscar trabajo para salir adelante. Dado que no le gusta estar a las órdenes de otros, decide seguir la tradición familiar. Pretende elaborar un queso comté que aspire a ganar el concurso más prestigioso de la región y embolsarse los 30.000 euros del premio. Carece del conocimiento y de los medios necesarios, empezando por la leche, pero nada le detendrá.
Se preocupa de describir las circunstancias iniciales del protagonista y argumentar su metamorfosis interior mediante unas experiencias que le resultan novedosas. Lo reviste de un perfil actual y con ligeros matices gamberros. Con todo, el actor novel Clément Faveau consigue ganarse la simpatía del público por la naturalidad y desparpajo que exhibe. Además, toca la fibra sensible en los contados y eficaces episodios emotivos del filme. Se beneficia de la complicidad que logra con la pequeña Luna Garret.
El relevo generacional, las exigentes labores de las granjas e incluso el prestigio asociado a un producto tradicional se funden con temas como la amistad sincera, el primer amor y las responsabilidades sobrevenidas. Predomina una óptica benevolente y comprensiva, aun en los momentos de mayor abatimiento.
Los verdes paisajes de Jura, al este del país, potencian la calidez acogedora que destilan las imágenes. Por su parte, los hermanos de la realizadora, Charlie y Linda, firman una hermosa partitura musical que complementan unas canciones desenfadadas.
Del inexperto reparto, conviene destacar igualmente a la prometedora Maïwène Barthélémy, que aprovecha su rol secundario.
Sorprende gratamente que un equipo artístico, sin apenas recorrido, sea tan solvente.
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