martes, 29 de julio de 2025

LA ACUSACIÓN

 

La vulnerabilidad y los riesgos que comporta hoy el ejercicio de la docencia centran el argumento del filme. Basada en hechos reales, invita a tomar conciencia sobre una situación intolerable alimentada por la propia comunidad escolar. En ese ámbito, la presunción de inocencia ha desaparecido. Muestra como la sobreprotección provoca efectos contrarios a los supuestamente pretendidos y señala las debilidades de un sistema que causa indefensión. Se aproxima a algunas producciones europeas recientes (Los buenos profesores, Sala de profesores) y emparenta directamente con la brillante producción danesa La caza (2012), e incluso se advierten ecos de La calumnia (1961).

El joven Julien Keller se ve en apuros cuando Leslie, una de sus alumnas, lo denuncia por acoso. Según esta adolescente se le ha insinuado en repetidas ocasiones. Él niega completamente la acusación, alegando que oculta unas gratuitas intenciones perniciosas. El violento hermano de la chica le amenaza constantemente y no todos los compañeros están dispuestos a apoyarle. Podría argumentar que convive con un hombre, pero prefiere dejar al margen su vida privada. Cada día que pasa, la presión aumenta y termina volviéndose insoportable.

LA ACUSACIÓN

Toma únicamente el punto de vista del protagonista. Mantiene una tensión sostenida durante sus 90 minutos de metraje, aunque se echa en falta mayor profundidad al abordar determinados aspectos. Presta demasiada importancia a las repercusiones que se producen en la relación de pareja. Por el contrario, hay parcelas interesantes que quedan solamente esbozadas.

Escenifica el efecto bola de nieve que se genera en el entorno del maestro. La duda apenas tiene cabida y eso supone que vaya perdiendo autoridad entre los estudiantes. Y todavía encorajina más al apreciar la actitud de ciertos colegas, empezando por el propio director del centro. No quiere que el caso trascienda a sus superiores, cortando así las vías de auxilio legal.

En los últimos compases se multiplican las circunstancias incómodas, al incorporar actitudes abiertamente homófobas. Traslada la desazón que generan al patio de butacas. Transita del drama al thriller, si bien el desenlace resulta tibio; no esconde giros ni revelaciones sorprendentes.

François Civil (Los tres mosqueteros: D’Artagnan) ofrece una irreprochable interpretación. Traza las diferentes etapas por las cuales atraviesa, desde la firmeza inicial hasta el paulatino desgaste y el derrumbe emocional. El resto de los actores asumen roles poco desarrollados.









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