Las nuevas generaciones que desconozcan la película estrenada en 2002 disfrutarán con esta entretenida historia, aunque no aporta nada especialmente novedoso respecto a su antecesora. Básicamente, cambian las formas. Siguiendo la línea que viene explotando Disney en los últimos años, sustituye la animación por la acción real o al menos parcialmente, porque las creaciones digitales tienen aquí una presencia destacada. Por lo demás, conserva el sentido del humor, los matices dramáticos y sus apreciables mensajes. Ensalza la amistad y la familia como valores esenciales.
Lilo vive con su hermana Nani, quien cuida de ella desde que se quedaron huérfanas. Sin embargo, continúa apenada y se siente sola. Sus compañeras le han tomado manía por las continuas travesuras que comete. Ese panorama cambia el día que conoce a Stich, un extraterrestre belicoso con aspecto canino procedente del espacio. La niña lo adopta y le toma cariño sin prever los problemas de adaptación que debe superar tan singular mascota. La armonía que comparten se rompe cuando irrumpen dos alienígenas camuflados con la intención de capturarlo.
El filme transcurre a buen ritmo. Encadena las peripecias anecdóticas de sus protagonistas sin descuidar su caracterización y detalla las circunstancias que les condicionan. La magia y la fantasía llenan la pantalla dando pie a situaciones chocantes resueltas con ingenio. Muchas simplemente calcan lo que ya vimos en la original. Apenas actualiza los contenidos y apuesta por la fortaleza de los lazos que mejoran al ser humano.
En general, los secundarios cumplen con lo justo. Poseen una discreta vis cómica, pese a los reiterados esfuerzos del guion y los hay hasta innecesarios, extremo más apreciable en los compases finales.
Los numerosos departamentos técnicos que han trabajado para lograr una integración perfecta de las criaturas generadas por ordenador consiguen un resultado irreprochable.
La banda sonora vuelve a conjugar motivos folklóricos y éxitos de Elvis Presley, concretamente los que aparecen en Amor en Hawái (1961), lugar donde se desarrolla la aventura.
La pequeña Maia Kealoha debuta con un ejercicio interpretativo notable atendiendo a su corta edad. El resto de los intérpretes pasa sin pena ni gloria.
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