Sin grandes estrellas y ajena a la maquinaria publicitaria estadounidense, esta producción británica no defrauda las expectativas. Es interesante porque se inspira en unos hechos históricos apenas recreados por el cine. Además, presenta una factura técnica muy aceptable. Aprovecha bien los medios invertidos y el resultado la aproxima más a cualquier filme dedicado a Robin Hood que al oscarizado biopic de William Wallace, Braveheart (1995), con cuyo argumento guarda evidentes similitudes. No obstante, nunca decae, sabe dosificar la acción y cuenta con unas localizaciones idóneas. Conviene apuntar que no abusa de los efectos digitales, como se aprecia en las secuencias de batallas, lo cual eleva sus méritos.
1307, el Sacro Imperio Romano Germánico está debilitándose, por lo que nuevas naciones buscan tomar el control de Centroeuropa. El rey Alberto de Austria ha decidido mantener a Suiza bajo su yugo. Sin embargo, los impuestos que exige a la población y los desmanes de los soldados generan una resistencia continua, aunque inútil. Eso comienza a cambiar cuando Guillermo Tell, un héroe de las cruzadas, diestro con la ballesta, se implica en la rebelión. Tratará de unir a los diversos cantones y hacer frente al invasor. Los Habsburgo intentarán acabar con él, pero subestimarán sus habilidades.
La leyenda, los episodios documentados y la ficción que aporta el guion se conjugan en esta entretenida película. Los preámbulos avanzan los patrones a los que se ajusta su desarrollo. Inserta convenientemente los flashbacks para ilustrar el sangriento pasado del protagonista en Tierra Santa. En la primera parte prima el suspense y también define con entidad suficiente al resto de personajes principales. En esos compases introduce unas tramas secundarias que terminarán adquiriendo un peso decisivo.
Mediado el metraje, asistimos al momento que marca el cambio de tono del relato. El legendario lanzamiento de la flecha a la manzana colocada sobre la cabeza del joven Walter se representa con la tensión que merece. Logra proyectar esa inquietud por mucho que se conozca el desenlace. Seguidamente, los acontecimientos se precipitan y los enfrentamientos armados dominan la pantalla. Sin alcanzar unas cotas de espectacularidad memorables, cumple sobradamente con el mínimo exigible.
El epílogo siembra algunas dudas. Puede parecer la conexión con una futura secuela o simplemente incita al público a investigar lo realmente ocurrido en aquella época, lo que tendría toda la lógica.
Claes Bang (El hombre del Norte), Ben Kingsley (Gandhi), Jonathan Pryce (Evita) y la actriz iraní Golshifteh Farahani (Paterson) convencen en sus respectivos papeles.
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