Leyendo la sinopsis podría pensarse que se trata del típico thriller protagonizado por Jason Statham o Liam Neeson. No obstante, su principal baza reside en prescindir del arquetipo de tipo duro. Suple el físico rocoso con un coeficiente intelectual muy superior a la media. Juega constantemente con esa circunstancia, abusando de tan envidiable capacidad y alcanzando extremos difícilmente asumibles. Rami Malek (Mr. Robot, Bohemian Rhapsody) responde perfectamente al perfil requerido, aunque no se luce especialmente. El resultado básicamente es una película entretenida y al mismo tiempo olvidable.
Charlie Heller, un brillante e introvertido decodificador de la CIA, descubre que sus jefes han ordenado varias operaciones encubiertas sin autorización en distintas partes del mundo, donde perecieron muchas víctimas inocentes. Inesperadamente, mientras averigua más detalles de estos casos, su mujer muere al ser tiroteada por unos terroristas en Londres. Ante la pasividad de quienes deberían investigar lo ocurrido, decide tomar las riendas del asunto, una misión para la que no está autorizado ni preparado. Sin embargo, no parará hasta localizar a los asesinos y acabar con ellos.
Fundamentalmente, cambia las armas de fuego por los ordenadores y la inteligencia del agente superdotado. Por lo demás, no renuncia a una infinidad de tópicos, incluso va haciendo escala en diferentes capitales. Aun así, consigue sorprender e introducir giros en los momentos adecuados, desbaratando los aspectos, a priori, previsibles, al menos en las formas.
Salvo el caso del militar que encarna Laurence Fishburne (Matrix), los secundarios son bastante endebles. Algunas de sus intervenciones no se explican nada bien. Se puede apreciar particularmente en los personajes que interpretan Jon Bernthal (The Walking Dead) y Adrián Martínez (Renfield). Sin duda, en ese punto el guion tenía un amplio margen de mejora.
Por otra parte, las vistosas escenas de acción no ofrecen reparos. Sin llegar a cotas extraordinarias, cumplen con lo que el público desea.
Conviene saber que adapta una novela del escritor estadounidense Robert Littell (The Amateur) ya llevada al cine en 1981 por Charles Jarrott, con John Savage y Christopher Plummer encabezando el reparto. En España se estrenó con el título Servicios secretos paralelos. Además, el propio autor se implicó en esa primera transposición a la gran pantalla, pero igual que seguramente ocurrirá con esta, hoy casi nadie la recuerda.
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