Desde la India llega este curioso thriller con coproducción internacional, donde los convencionalismos sociales y los aspectos costumbristas pesan tanto o más que la propia trama. El largometraje, reconocido con varios premios, lo ha dirigido la hasta ahora documentalista Sandhya Suri, y engancha por las peculiaridades autóctonas que condicionan el desarrollo de la intriga. Pone el foco en el papel que juegan diferentes personajes femeninos, oponiendo la tradición a ligeros atisbos de modernidad. Según avanza, siempre a un ritmo pausado, surgen unas revelaciones inquietantes y desesperanzadoras. Por lo demás, contiene muchos tópicos, incluyendo los que atañen a la corrupción del sistema.
Santosh acaba de quedarse viuda. Su marido era policía y fue mortalmente herido por unos manifestantes que arrojaban bloques de cemento a las fuerzas del orden. La legislación vigente permite ocupar a la esposa el puesto del agente fallecido. Tras ser rechazada por la familia política, decide aceptar la opción que le brinda el Estado. Recién incorporada al trabajo, le encargan la investigación del brutal asesinato de una humilde adolescente que previamente había sido violada. La resolución urge porque el crimen ha provocado revueltas y protestas que deben acallarse cuanto antes.
El clasismo y el sexismo van aflorando paulatinamente en el curso de las pesquisas. La protagonista acepta inicialmente algunas imposiciones degradantes que, sin embargo, parecen pacíficamente asumidas. Mientras, el inspector jefe se despacha sin miramientos con unas declaraciones públicas sobre los comportamientos provocativos que empiezan a extenderse entre las jóvenes del país. En ese marco arcaico, que encorajina, no cuesta nada empatizar con los esfuerzos, la honestidad y el compromiso de esta decidida novata.
Resulta interesante atender a la fuerte estratificación de la población. Conforme transcurre el relato, apreciamos la relevancia que tiene pertenecer a una u otra casta. Las que ocupan posiciones privilegiadas extienden sus tentáculos a distintos ámbitos.
La singular heroína termina tomando conciencia de que es un David luchando contra Goliat. Los últimos compases desvelan la terrible verdad acerca de lo ocurrido y provocan desolación e impotencia.
Sin precipitarse ni decaer, la narración adquiere fuerza en los minutos finales. Una secuencia redonda y técnicamente impecable sirve de cierre.
La actriz Shahana Goswami conduce la película con firmeza y llena la pantalla.
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