Aquellos que disfruten con las sensaciones fuertes, el gore, los artificios surrealistas y no tengan demasiados escrúpulos, apreciarán en su justa medida el nuevo trabajo de Coralie Fargeat. Firma también el guion de una historia original y visualmente repulsiva a partes iguales. Lo que comienza siendo un relato absorbente e intrigante acaba en los terrenos de la bufonada sangrienta y totalmente desmadrada. Las influencias del cine de David Cronenberg son evidentes, sin descartar referencias puntuales a otros realizadores como Brian De Palma (Carrie) y Alfred Hitchcock (Vértigo (De entre los muertos)). Con todo, la atrevida propuesta, imposible de recomendar abiertamente, ha cosechado ya varios galardones en importantes festivales.
Elisabeth Sparkle lleva años instalada en el éxito gracias a su espacio televisivo de gimnasia matutina. Esta popular monitora de aeróbic ha procurado mantenerse siempre en forma y cuidarse al máximo. Sin embargo, las cifras de audiencia están empezando a bajar. Recién cumplidos los 50, el productor de la cadena la despide fulminantemente porque quiere sustituirla cuanto antes. Disgustada por tal decisión encuentra casualmente la solución a sus problemas. Hay una sustancia en periodo de pruebas que al inyectársela engendra un alter ego rejuvenecido, aunque sigue vinculado a la matriz. Acepta someterse al experimento y reaparece en los estudios convertida en la sensual e irresistible Sue.
La directora construye una crítica ácida y demoledora sobre el extendido culto al cuerpo femenino que esclaviza a las propias mujeres. Magnifica ese propósito al vincular el ansia por gustar con los tributos de la fama, perfectamente sintetizados en los créditos iniciales y finales. Convierte estos aspectos en un cóctel demoledor. No le importa deformar la realidad y arrastrar la caricatura a extremos aberrantes.
Los primeros minutos exhiben sus señas de identidad. Escenifica la clonación con detalles desagradables, no aptos para espectadores sensibles a los ambientes quirúrgicos. Conforme avanza, se centra en enfrentar a las dos versiones de la protagonista. La pone en una delicada tesitura difícil de resolver. Las consecuencias de esas dudas tienen unos efectos asoladores. No obstante, los plasma con aires de sátira terrorífica.
Sin perjuicio de lo anterior, presenta una esmerada factura. Mención especial merecen la ardua labor de maquillaje y las técnicas infográficas empleadas, que proporcionan unas imágenes curiosas e impactantes.
Demi Moore completa una interpretación extraordinaria, digna de reconocimientos y premios. Se impone sensiblemente a Margaret Qualley; mientras que, seguramente, Dennis Quaid habrá disfrutado con un papel muy pasado de vueltas.
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