La visión que ofrece de un futuro no demasiado lejano es totalmente asumible. El dilema en que basa su premisa invita al debate desde diferentes perspectivas. La idea que mueve la trama contiene implicaciones trascendentes de índole jurídica, política y social. Sin embargo, el guion no aprovecha todas las posibilidades que le brinda el planteamiento. Las virtudes que exhibe al principio se van diluyendo conforme desarrolla el relato en clave de thriller. Aunque el interés no decae, pierde fuerza y capacidad de impacto en los últimos compases.
El gobierno español ha convocado un referéndum que decidirá la plena incorporación o no de la Inteligencia Artificial a la Justicia. Esta tecnología podría acabar con el atasco que padecen juzgados y tribunales. Emitiría sentencias automáticas, con lo que teóricamente se ganaría en objetividad e igualdad. Previamente, la reconocida jueza Carmen Costa supervisará el proyecto con detalle y estudiará sus garantías. No obstante, la muerte accidental de Alicia Kóvack, creadora del sistema, le lleva a desconfiar. No tardará en descubrir que la corporación para la cual trabajaba esconde unos oscuros secretos.
Ya en los primeros minutos traslada al público una disyuntiva altamente delicada. Indudablemente, el hipotético escenario que plantea dividiría a la opinión pública y generaría polémicas de calado. Le suma unos aspectos conspiranoicos con los que completa su elocuente denuncia. Advierte de un peligro real y señala a quienes ostentan el poder ejecutivo, conectando la ficción con la realidad. Incluso esboza la manipulación de los grupos que inicialmente se oponen.
Frente a las meritorias lecturas que acompañan la narración, la intriga avanza imbuida de una excesiva sobriedad. Los episodios de mayor tensión y los giros que se producen no siempre causan los efectos deseables. Se precipita al alcanzar el desenlace y deja sensaciones encontradas.
La descripción de los personajes, incluyendo a la protagonista, se queda en la superficie. Apenas sabemos nada de ellos y eso provoca un inevitable distanciamiento.
La dirección artística no ha empleado artificios llamativos a la hora de recrear esos tiempos cercanos, en los que cambiará nuestra relación con las máquinas casi sin darnos cuenta.
Verónica Echegui está a la altura y mejora el papel que interpreta. La pequeña e intensa participación de Alba Galocha constituye el otro punto fuerte del reparto. Brillan menos Alberto Ammann y Tamar Novas.
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