martes, 1 de octubre de 2024

EL TEOREMA DE MARGUERITE

 

Esta producción francesa comparte algunos aspectos con la oscarizada Una mente maravillosa (2001). Con independencia de tener unas pretensiones bastante más modestas, presenta una historia irregular. La prometedora propuesta empieza a perder fuelle mediado el metraje. Igual que le sucede a la protagonista, acaba engullida por un mar de fórmulas complejas. Se alarga al escenificar sus obsesiones y camufla el verdadero propósito de la película: trazar su recorrido interior. Al menos, se recupera en los últimos compases y completa el arco dramático, maquillando las sensaciones que deja en el espectador.

La brillante estudiante de Matemáticas Marguerite Hoffmann se dispone a exponer la tesis en la que lleva años trabajando bajo la supervisión del profesor Werner. Sus conclusiones podrían contribuir a desenmarañar la conjetura de Goldbach, un problema no resuelto desde que se formuló en 1742. Inesperadamente, durante la explicación, uno de los asistentes advierte errores en el teorema. Desolada, decide abandonar la prestigiosa Escuela Superior de Lyon. Quiere empezar una nueva vida, pero las ecuaciones continúan en su cabeza.

EL TEOREMA DE MARGUERITE

Los especialistas en el universo de los jeroglíficos numéricos disfrutarán plenamente del filme. No obstante, cabe extrapolar el relato a otros campos y vocaciones que pueden tornarse demasiado absorbentes. El guion subraya la idea de que nuestra existencia no debe circunscribirse a una pasión alienante. El aspecto y la descripción de la joven responden a esa intención: sobria en el vestir, solitaria e introvertida. Sin embargo, se excede en tales propósitos y repite situaciones similares.

Gana interés al apuntar un emergente romance, algo que se antoja inicialmente chocante. Precisamente, esa parcela termina siendo una de las mejor tratadas, como evidencia el desenlace.

Los secundarios enfatizan unos contrastes significativos, particularmente la compañera de piso, bailarina profesional y dada a las fiestas nocturnas. También lo hacen su talentoso amigo, aficionado a tocar el trombón, y el ilustre maestro, que por momentos resulta inquietante.

Ella Rumpf (Crudo) brilla gracias a una esforzada interpretación. Traza adecuadamente la evolución del personaje. Además, se aprecia el oficio del veterano Jean-Pierre Darroussin, un actor de garantías.



EL teorema de Marguerite, ec críticas by Eduardo Casanova is licensed under CC BY-SA 4.0






No hay comentarios:

Publicar un comentario