El suspense alcanza cotas terroríficas en este ambicioso thriller que controla muy bien los tiempos. Pese a aplicar los patrones del género, toca aspectos complejos de las relaciones humanas e introduce lecturas y reflexiones certeras que multiplican la tensión entre los protagonistas. Consigue generar el desasosiego que pretende, aun cuando tira de tópicos facilones. El planteamiento contiene elementos originales e incorpora circunstancias intencionadamente detestables que funcionan. No obstante, los principales giros se intuyen con antelación. Su contundente desenlace responde a las expectativas.
Durante unas vacaciones en Italia, los Dalton entablan amistad con un extrovertido matrimonio británico. Al regresar, estos nuevos amigos les invitan a pasar juntos unos días en su finca. Les resulta tentador alejarse de la gran ciudad y respirar aire puro en buena compañía. Poco después de llegar y tras la cordial bienvenida que le brindan sus anfitriones, empiezan a sentirse incomodados. La agradable escapada se irá convirtiendo en la peor pesadilla que podrían imaginar.
Cabe intuir que muchos méritos de este remake son heredados del filme original; una exitosa producción danesa estrenada en 2022, incluso le dedica un simpático guiño al principio. Esa nota cómica casa con el tono desenfadado y los hermosos paisajes de la Toscana que presiden los preámbulos. Transmiten cierta relajación y camuflan el lado oscuro de los personajes, lo cual servirá posteriormente para darle mayor fuerza a la advertencia que avanza el título.
Conforme se desarrolla, no solo emergen unos indicios inquietantes, sino que también vamos conociendo los trapos sucios de ambas familias, algunos bastante sorprendentes. Representan los males de una sociedad insatisfecha que provoca graves traumas y sensaciones de frustración permanente.
El relato nunca se atasca y destapa su baza más impactante en el momento preciso. Con todo, cuesta aceptar ciertas decisiones a destiempo de los adultos. Por otra parte, los dos niños, que confraternizan enseguida, adquieren paulatinamente un papel determinante. Inicialmente, sus roles se antojan de relleno, pero acaban siendo clave. Los potentes compases finales rematan la intriga como merece.
James McAvoy (Múltiple, Glass) domina estos registros poliédricos perfectamente y vuelve a brillar. Frente a él, le aguantan el tipo Mackenzie Davis (Terminator: Destino oscuro) y Scoot McNairy (Argo, Un lugar tranquilo 2). Hay además un secundario destacado e inerte llamado Saltitos.
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