martes, 8 de octubre de 2024

ALAS BLANCAS

 

Con el genocidio nazi de fondo, el polifacético director Marc Forster (Descubriendo Nunca Jamás, Cometas en el cielo, Guerra Mundial Z, El peor vecino del mundo) vuelve a demostrar que es un artesano de garantías. El filme se basa en una exitosa novela de la escritora R. J. Palacio, perteneciente a la saga Wonder y que ha adaptado Mark Bomback (El enviado). Su transposición cinematográfica equilibra bien el drama, el suspense y el romance. Consigue empañar los ojos del público sin dejar de verbalizar unos mensajes antibelicistas rotundos y particularmente necesarios en estos momentos.

Julian empieza el curso en un nuevo instituto tras haber sido expulsado de la escuela a la que iba por maltratar al pequeño Auggie Pullman. Al volver a casa se encuentra con su abuela, la famosa pintora Sara Blum, recién llegada de París. Esta reputada artista de origen judío va a presentar en Nueva York una retrospectiva. Con ánimo de hacerle reflexionar y enseñarle unos valores esenciales, le cuenta la imborrable experiencia que vivió cuando los alemanes ocuparon Francia. Evitó la deportación gracias a Julien Beaumier, el compañero de clase al que siempre había ignorado y menospreciado.

Desde que salta al pasado, se torna previsible en algunos apartados. Aun así, el tacto aplicado a los aspectos más sensibles, los imaginativos recursos de los cuales se vale puntualmente y la amenaza que pende constantemente sobre los protagonistas captan toda la atención. Matiza el horror con unos bonitos y calculados episodios sentimentales que producen los efectos deseados; encogiendo el corazón del espectador.

Reúne elementos ya vistos en la gran pantalla, pero les da una apariencia original y mantiene las emociones a flor de piel. El diario de Ana Frank (1959) y La ladrona de libros (2013) constituyen unas referencias válidas en ese sentido.

Los dos adolescentes que coloca en el centro de la historia responden a perfiles convencionales. Sus inquietudes, temores y esperanzas se escenifican con unos matices edulcorados e incluso bucólicos. Frente a ellos, el guion demoniza fundamentalmente a los ruines colaboracionistas, cuyo papel acaba siendo determinante. El holocausto se menciona ocasionalmente a modo de referencia escalofriante. En cualquier caso, las distintas piezas encajan debidamente y el conjunto logra seducir.

El aceptable diseño de producción y la bella partitura compuesta por Thomas Newman (American Beauty, Cadena perpetua) acreditan sus excelencias técnicas.

Los jóvenes intérpretes Ariella Glaser (Madame Curie) y Orlando Schwerdt conducen la película con determinación. Helen Mirren y Gillian Anderson aportan su contrastado oficio a sus papeles.



Alas blancas, ec crítcas by Eduardo Casanova is licensed under CC BY-SA 4.0






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