No está a la altura de lo que merecía un clásico como La profecía. Alarga el metraje con episodios intrascendentes que se acumulan en la primera hora. Crea atmósferas inquietantes, pero los sobresaltos se dosifican demasiado y cuando surgen responden a unos patrones convencionales, propios de las formas que dominan actualmente el género. Se antojan, en general, bastante alejados de los escalofriantes y eficaces resortes que aparecían en el filme dirigido por Richard Donner. Las líneas básicas de la historia se intuyen desde los compases iniciales y sus giros apenas sorprenden. Por fortuna, adquiere cierta entidad en los últimos minutos e introduce las circunstancias que la ligan con su indiscutible referente.
Margaret, una novicia estadounidense, acaba de aterrizar en Roma, donde le espera su mentor, el cardenal Lawrence. La destina a un orfanato y pronto conecta con Carlita, la huérfana más rebelde del hospicio. Ella reconoce en la chica las mismas tribulaciones que le atormentaron siendo niña y procura ayudarla. Poco después, el padre Brennan le cuenta que la problemática joven a quien protege es hija del Maligno y por eso unos conspiradores, miembros de la Iglesia, quieren utilizarla para engendrar al Anticristo.
Tras un breve preámbulo truculento e inquietante, se extiende en la descripción de los personajes, subrayando reiteradamente los puntos fuertes del relato. El guion recurre a artificios muy manidos y un tanto forzados e intenta impedir que el espectador se relaje. Con una luminosidad forzadamente lúgubre, busca incrementar el impacto de esas escenas. Aun así, la auténtica intriga se hace de rogar.
Superada la extensa presentación y centrada la trama comienza a cobrar interés. Juega con el perfil de una figura diabólica que emerge parcialmente, y consigue, por fin, acercarse a sus pretensiones. Aunque los golpes de efecto se vean venir con antelación, asistimos a unas secuencias bien rodadas. Curiosamente, deja algunos cabos sueltos que abren las puertas a una posible continuación.
El mayor reconocimiento que merece la debutante directora Arkasha Stevenson reside en la solvencia de los apartados técnicos. Generan los ambientes adecuados, pese a que no siempre se aprovechen debidamente. Ello incluye la recuperación del excepcional y oscarizado Ave Satani compuesto por Jerry Goldsmith.
Nell Tiger Free (Juego de tronos) cumple con su papel; no obstante, en ocasiones la ensombrecen los veteranos Ralph Ineson, Bill Nighy y Sonia Braga, e incluso la prometedora actriz valenciana María Caballero. (Olvido).
Procede advertir que quienes busquen algo similar al taquillero terror juvenil o no hayan visto la película de 1976 se pueden sentir defraudados.
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