Quienes busquen divertimento de altura, indudablemente lo van a encontrar en este estreno. Engancha por la acción y el humor, que irrumpen con fuerza desde el principio. Además, desarrolla un romance bien llevado. Rinde homenaje a esos dobles anónimos, lejos de los focos y la gloria, que resultan esenciales en las secuencias arriesgadas. David Leitch (Bullet Train, John Wick (Otro día para matar)) domina los terrenos en los que se mueve y vuelve a demostrar su acreditada solvencia detrás de las cámaras. Sus 126 minutos vuelan en la pantalla y la intriga sorprende continuamente.
Colt Seavers se juega el tipo en cada rodaje. Salta por los aires, termina envuelto en llamas o se lanza al vacío. Tras sufrir un grave accidente, decide apartarse de la profesión. Pero cuando Jody Moreno, quien fue su gran amor, reclama sus servicios, no se lo piensa dos veces y vuela hasta Sídney, donde la prometedora cineasta dirige una superproducción. La chispa entre ambos renace; sin embargo, al llegar se entera de que el protagonista, el famoso y presuntuoso Tom Ryder, ha desaparecido misteriosamente. Todo apunta a que se halla metido en unos asuntos turbios.
Nunca se toma demasiado en serio. La ironía mordaz, la autoparodia sutil y los diálogos memorables de películas sobradamente conocidas recorren el guion. Sin abandonar ese tono, apenas se relaja.
También descubre ciertos entresijos técnicos curiosos al recrear la grabación de unas escenas con muchos extras que interpretan a unos extraterrestres belicosos. Esa parcela adquiere mayor relevancia en los créditos de cierre.
Liga la trama y los gags con los elementos del largometraje de ciencia ficción que se está filmando, particularmente durante los instantes finales. Contiene pequeños giros y no recarga en exceso el clímax.
Ryan Gosling (Drive, La ciudad de las estrellas (La La Land), Barbie) ratifica las dotes camaleónicas que le han convertido en un actor sobresaliente. Consigue una química espléndida con la irreprochable Emily Blunt (Oppenheimer). Por su parte, Aaron Taylor-Johnson (Kick-Ass) encaja perfectamente en el rol de estrella engreída.
Incluye varios cameos; algunos vinculados al origen del proyecto, basado en la serie televisiva homónima de los años 80.
Las utilización de la canción del grupo Kiss, I Was Made for Lovin’ You, aquí en la versión que hace Yungblud, supone una acertada elección.
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