miércoles, 18 de agosto de 2021

PEQUEÑOS MILAGROS EN PECKHAM STREET

 

Con las texturas de un documental, género del que proceden sus dos directoras, esta producción búlgara nos lleva al área metropolitana de Londres con intención de esgrimir una denuncia social contra la política de desarrollo urbano que auspicia el gobierno británico. Sus buenos propósitos se dispersan en este relato singular, basado en hechos reales, que quiere abarcar demasiado y se recrea en lo anecdótico. 

Irina dejó hace años su país junto con el fin de prosperar en Inglaterra y ejercer de arquitecta. Ahora, además de cuidar del pequeño Jojo y soportar a su inmaduro hermano, tiene que conformarse con trabajar de camarera. Las cosas se complican cuando le notifican que le van a cobrar una suma importante de dinero por la reforma del edificio de viviendas públicas donde reside, algo a lo cual también se oponen varios propietarios. Para colmo de males, el gato abandonado que recogió en la escalera es reclamado violentamente por sus dueños.

PEQUEÑOS MILAGROS EN PECKHAM STREET

Sin negar el apreciable realismo que desprenden las imágenes, la narración se ve perjudicada desde el principio por un montaje acelerado. La agilidad que busca aplicando sucesivas elipsis no le beneficia. Los conflictos se esbozan sin terminar de profundizar plenamente en ninguno de ellos. Intenta utilizar la áspera disputa con sus vecinos en torno al minino a modo de elemento vertebrador del recorrido por esta comunidad, paradigmática de otras muchas, pero no acaba de cuajar y se queda en la superficie. 

El retrato final resulta desalentador, dramático y nada esperanzador, transmitiendo las sensaciones que pretende, aunque de manera poco incisiva. La gentrificación (transformación de zonas degradadas de la ciudad propiciando el paulatino desplazamiento de los habitantes sin recursos en favor de personas con mayor poder adquisitivo), la no siempre pacífica convivencia de nacionales y extranjeros, la difícil homologación de títulos universitarios foráneos, la delincuencia en los barrios humildes y hasta el Brexit son temas que surgen como pinceladas inacabadas en este collage de incierto desenlace, avivado con la entrada de distintos personajes. 

Irina Atanasova completa una excepcional interpretación, bien secundada por Angel Genov, de cuya mano el guion se atreve a introducir pequeñas notas de humor. Sin embargo, merece destacarse, por su naturalidad, al largo elenco de actores no profesionales o con escasa experiencia ante las cámaras que han participado en el rodaje, incluidos los niños.



Ficha técnica


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