De forma increíblemente eficaz, el director y guionista danés Anders Thomas Jensen consigue un perfecto cóctel coral donde el suspense, la acción, el drama desgarrador y el humor negro, con toques propios del cine de Tarantino, se equilibran en una trama absorbente que nunca deja de sorprender. Vincula su original y audaz intriga con la teoría de las probabilidades matemáticas, que se apoya en estadísticas a la hora de explicar cualquier acontecimiento, y suma a ello las posibilidades de intromisión en las vidas ajenas habilitadas por las nuevas tecnologías, jugando ingeniosamente con estos argumentos.
Markus, un militar destinado en Siria, ha regresado precipitadamente a casa tras la inesperada muerte de su esposa. Según la versión oficial, el accidente de tren en que pereció se debió a la maniobra imprudente de otro ferrocarril. Sin embargo, Otto, uno de los supervivientes del siniestro, basándose en sus conocimientos sobre los algoritmos y atendiendo al cariz del testigo protegido que viajaba en el convoy, mantiene la tesis del atentado. Pronto convence al viudo de esta idea y junto con dos colegas suyos, expertos en informática, buscaran vengarse del peligroso grupo criminal al que achacan la tragedia.
La película es muy directa: después de unos concisos preámbulos, en los que presenta a los principales protagonistas, impacta con una breve secuencia espeluznante impecablemente rodada. Dedica el tiempo justo a esbozar las consecuencias traumáticas de este golpe emocional, centrándose en la quiebra de la relación del padre abatido con su hija adolescente. Lejos de estancarse en ese punto, pero sin abandonarlo, dinamiza su desarrollo al poner atención en las deducciones del científico, a la vez que incorpora nuevos personajes con perfiles marcadamente frikis.
Desde el momento en que ambos caminos confluyen, la historia comienza a expandir el conflicto, multiplicando los alicientes y siendo siempre inteligible en todos sus extremos. Acierta plenamente con las intensas escenas violentas, dignas del mejor thriller, aunque, por el contrario, ocasionalmente pierde credibilidad con algunos gags exagerados.
El final resulta apoteósico y esconde detalles que le dan una vuelta de tuerca a este sólido relato.
Mads Mikkelsen (Otra Ronda) y Nikolaj Lie Kaas (Los casos del departamento Q) nos brindan unas interpretaciones fantásticas, secundados por un elenco irreprochable que luce en papeles adecuadamente trabajados y con peso específico a lo largo del film.
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