Producción chilena dedicada a la cantautora, Violeta Parra (1917-1967), que es todo un icono musical en su país, además de haber obtenido un gran reconocimiento también como pintora y bordadora. Por ello, mucho tendrán adelantado aquellos que conozcan y admiren su obra.
Al margen de lo anterior, nos encontramos con un ‘biopic’ singular en su estilo narrativo. A partir de una entrevista televisiva se van recreando los episodios más importantes de su carrera, además de ilustrarnos sobre su infancia, pero lo hace de una forma un tanto errática. Son continuos los saltos en el tiempo buscando enfatizar la transformación del personaje a lo largo de los años, pero en ocasiones dificultan un mejor seguimiento.
También introduce simbolismos y unos recursos visuales peculiares que se utilizan con efectividad para proyectar con más intensidad los episodios dramáticos que padece la protagonista. Y es que en torno a la misma se va acentuando una sensación de melancolía permanente conforme avanza el metraje, aunque, paradójicamente sea la autora de ‘Gracias a la vida’, su canción más popular.
A ello se acompañan ciertos toques excéntricos que sirven para acercarnos al carácter y desasosiego de esta artista que no acabó de encontrar una completa felicidad en el plano sentimental, como se muestra a través de su relación más sentida y tormentosa. Así, el guión se recrea en subrayar una serie de reacciones temperamentales que pueden descolocar un tanto.
Por otra parte, aunque resulte inevitable, se abusa de la interpretación de temas musicales al igual que, de forma innecesaria, se alargan en exceso ciertas escenas que rompen completamente el ritmo y deslucen bastante el resultado final.
Lo mejor, sin duda, del film es la interpretación de Patricia Gavilán, quien ni siquiera ha sido doblada a la hora de cantar y que logra transmitir el modo de ser tan complejo, idealista e inconformista de esta mujer.
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