Esta secuela sigue los patrones de su taquillera predecesora para ofrecer un resultado idóneo teniendo en cuenta que está pensado fundamentalmente para el público infantil. Con todo, sus continuos ‘gags’, la mayoría muy visuales, se escenifican con una soltura y un gracejo que harán reír a todo tipo de espectadores.
El cambio fundamental con respecto a la anterior es que ahora el villano de buen corazón, pasa a ser un elemento más de un conjunto en el que otros personajes adquieren una relevancia determinante a la hora de componer un relato humorístico divertido y entretenido.
De esta forma, los simpáticos ‘minions’, unas pequeñas criaturas que trabajan para Gru, adquieren una relevancia tal que se convierten en foco de atención permanente porque son el motor hilarante de este film. De ahí que sea más que lógico que vayan a tener su propia película en breve.
A ello se suma la figura de una agente secreta que capta a este bondadoso malo para enfrentarse a una terrible amenaza mundial aportando un acertado toque femenino y un elemento romántico impregnado de frescura, en una composición que completan el contrapunto de ternura que destilan las tres hijas del protagonista y un villano que sólo se hace de notar en la parte final.
En la banda sonora destacan algunas canciones muy conocidas que cuentan con unas desternillantes coreografías a cargo de estos traviesos seres amarillos, como un homenaje en toda regla a ‘Village People’.
En la versión en castellano, Florentino Fernández y Patricia Conde realizan un trabajo que queda a la altura de cualquier profesional del doblaje de animación, demostrando que han cumplido más allá del mero reclamo publicitario.
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