Muy notable continuación de esta remozada saga cinematográfica, que ya dio un salto de calidad en 2009 de la mano del director J.J. Abrams (‘Perdidos’) y que ahora alarga su andadura con las mismas buenas sensaciones de aquella para deleite de los ‘trekkies’ y, en general, de los amantes de la ciencia-ficción.
El guión repite fórmula y ensambla a la perfección unas arrolladoras escenas de acción impregnadas de tensión, con momentos dramáticos y puntuales toques de humor en una historia de recorrido aparentemente corto que se va complicando a partir de elementos sorprendentes.

Es destacable como el guión no confía únicamente en el impacto visual de una puesta escena espectacular sino que denota un gran trabajo a la hora de aprovechar los espacios más sosegados para profundizar en los protagonistas y abordar cuestiones personales que no tienen desperdicio, agrandando la dimensión argumental de la película.
Sólo el hecho de que en determinados pasajes recurra a tecnicismos figurados para justificar algunas escenas de peligro, provoca una ligera sensación de artificialidad.
Todo un acierto resulta la manera en que se ha caracterizado el villano de esta nueva entrega con el mérito añadido de haber escogido a un actor que lo borda: Benedict Cumberbatch, conocido por la serie ‘Sherlock’, resulta enigmático y aterrador desde el principio hasta el final, y eclipsa de lejos a los jóvenes Chris Pine y Zachary Quinto, pese a que a este último se le ve mucho más asentado como Spock.
El resto del reparto también está a la altura de las exigencias, porque ahora los secundarios también juegan un papel decisivo, destacando la participación del británico Simon Pegg, que aporta su vis cómica al personaje de Scotty y unos convincentes Karl Urban, Zoe Saldana y Alice Eve, además de la incorporación del veterano Peter Weller (‘Robocop’).
Finalmente, en los apartados técnicos, además de la esmerada labor de los distintos departamentos responsables de los efectos especiales, mención singular merece la banda sonora de Michael Giacchino cuyo tema central cuenta una estructura melódica muy identificable, apareciendo a lo largo del metraje con diversas variaciones, además de estar acompañando de otros motivos que juegan un decisivo rol descriptivo y magnifican las imágenes.
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