Pequeña película con un mensaje antibelicista y humano, basada en una historia real, que se ve bien y deja buenas sensaciones, sacando partido a su limitado despliegue de medios.
En abril de 1940 los supervivientes de dos aviones abatidos: un bombardero alemán y un caza británico, tuvieron que convivir en las frías montañas de Noruega olvidando parcialmente sus diferencias para poder seguir con vida.
El film tiene un evidente toque nostálgico de un tipo de cine bélico más propio de otras épocas y ello, lejos de afear el resultado, le da un encanto que contribuye a mejorar sus sensaciones. Pero, sin duda, su punto fuerte es que el guión que sabe dotar a cada uno de los cinco protagonistas de una personalidad diferente y bien definida para que cada uno de ellos, por igual, acaben siendo determinantes en las diferentes situaciones que se van sucediendo.
Esta entidad de los personajes, su progresiva transformación a medida que se van olvidando de sus uniformes y la incertidumbre de lo que pueda sucederles, compensan algún momento más desangelado donde el desarrollo parece atascarse.
Un retrato de la psicología humana en situaciones límite que consigue plenamente su objetivo de mostrar los absurdos extremos a que en muchas ocasiones nos han llevado las decisiones y los intereses de un solo hombre o de unos pocos.
Merece subrayar la interpretación de todos sus actores, destacando un convincente y rotundo Floria Lukas como un estricto oficial germano que va destapando poco a poco algunas de sus debilidades. Igualmente sobresalen Rupert Grint quien interpreta a un inglés guasón que recuerda a perfiles clásicos y David Kross encarnando a un nazi convencido y admirador de Hitler cuyos ideales serán puestos a prueba.
Sin grandes pretensiones ni un resultado deslumbrante, estamos ante una producción muy correcta en líneas generales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario