Cinta de terror verdaderamente espeluznante que maximiza la eficacia de cada uno de los recursos que emplea. Aún recurriendo a lugares comunes del subgénero de casas encantadas, desde el inicio sabe crear una atmósfera inquietante que procura dosificar sus efectismos. Además, su mayor virtud estriba en dejar bien claro el propósito de que las sensaciones terroríficas que quiere trasladar al espectador no deriven del golpe visual, del mero susto, sino de la manera de colocarlo dentro de un escenario creíble donde se producen fenómenos paranormales.
Según el film, lo que nos cuenta, está basado en un caso real ocurrido en 1971: Un matrimonio y sus cinco hijas, después de instalarse en una casa comenzaron a ser testigos de fenómenos inexplicables y aterradores. Para buscar una solución pidieron ayuda a unos expertos en estos sucesos.

El guión es cuidadoso para ir dosificando e incrementando la tensión de lo que está contando, con lo que evita atascarse y reiterar situaciones, sino que, muy al contrario, va generando un mayor interés por su desenlace que depara un climax impactante y sorpresivo.
Los actores no desentonan del resto. Si Patrick Wilson asume su rol de experto en el ‘más allá’, con la sobriedad que precisa, aún mejor resultado alcanzan los trabajos de las actrices Vera Farmiga y Lili Taylor que llenan sus personajes de fuerza, entereza y sensibilidad, en la medida en que también saben hacer presente su condición de madre en sus reacciones.
James Wan, realizador de ‘Saw’ e ‘Insidious’, deja de lado los habituales toques sanguinolentos para proporcionarnos de una manera más inteligente una buena dosis de escalofríos que se agradecen en pleno verano.
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