Antonio Hernández (En la ciudad sin límites, Los Borgia) dirige con solvencia este intrigante thriller psicológico inspirado en la novela homónima del gaditano Juan Bolea. La técnica narrativa empleada provoca una creciente curiosidad en el espectador por conocer los secretos que esconden los personajes. En ese punto, acierta a dosificar sus revelaciones, deparando información impensable e inquietante. Aplica el efecto Rashomon y cambia de perspectiva en los momentos precisos. Va completando así los huecos del puzle que nos propone.
Tras un divorcio traumático, Eva ha reencontrado la estabilidad junto al prestigioso escritor Nazario Figueroa. La felicidad sería completa si pudiera ganarse a Alicia, la hija del novelista. A la joven también le pesa la repentina muerte de su madre. La reaparición de José, el hombre que le amargó la vida cuando estaban casados, resucitará viejos fantasmas. Buscará entonces refugio durante unos días en una casa rural rodeada por la naturaleza, donde pasó muchos veranos siendo niña.
El guion centra rápidamente el argumento y sabe distribuir convenientemente la atención entre los cuatro implicados en esta compleja trama. Si al principio se antoja convencional, conforme avanza desbarata cualquier conjetura que pueda elucubrar el público. Descubre unas circunstancias inimaginables; en ocasiones se trata solo de detalles, pero alteran sensiblemente las percepciones que proyecta el relato.
Aborda diferentes temas íntimamente vinculados como los malos tratos, el sentimiento de posesión, los celos, el miedo y las secuelas insuperables. Lo hace con esta historia poliédrica en la que las nuevas tecnologías acaban por jugar un papel determinante.
El desenlace parece, a priori, un tanto excesivo, aunque el epílogo justifica su contundencia.
El montaje y la fotografía constituyen dos de sus apartados técnicos más destacados. Igualmente, la música de Luis Ivars potencia las desasosegantes sensaciones que transmite el filme.
Blanca Suárez realiza una notable interpretación sin desmerecer al resto del reparto. Eduardo Noriega y Tamar Novas comparten las escenas de mayor tensión; mientras que apunta buenas maneras la debutante Claudia Mora, en un rol con varias aristas enigmáticas.
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