martes, 9 de septiembre de 2025

SIN OXÍGENO

 

Alex Parkinson, que codirigió el intenso documental Último aliento (2019), se ha encargado de ficcionar esa asfixiante historia con una duración parecida, 93 minutos. Aprovecha cada instante del metraje y consigue meter al espectador de lleno en la odisea que sufrieron sus protagonistas. La tensión y la incertidumbre crecen paulatinamente. Sin contar con un despliegue técnico llamativo, les saca el máximo partido a los recursos empleados, evitando artificios gratuitos. La agilidad narrativa que impone deja con ganas de más.

Unos 32.000 kilómetros de tuberías recorren los fondos marinos del planeta. El mantenimiento de estas infraestructuras la realizan buzos profesionales que se juegan el tipo. El escocés Chris Lemons era todavía novato en el oficio cuando sufrió un accidente a 90 metros de profundidad. Mientras intentaba arreglar unas instalaciones averiadas junto con dos compañeros, se desató una terrible tormenta en la superficie y movió el barco del cual pendía la cápsula de inmersión. Él se llevó la peor parte al quedarse aislado y sin apenas oxígeno.

SIN OXÍGENO

Recrea un nuevo caso de lucha por la supervivencia que tiene puntos en común con otros muchos. Aun así, las peculiares circunstancias que presenta y la verosimilitud de la puesta en escena atrapan la atención.

No alarga la introducción y nos traslada rápidamente al buque que transporta a los especialistas encargados de acometer tan complejas reparaciones. Se transforma súbitamente en un thriller adrenalínico y logra que el público sienta de cerca la desesperación. Se centra en las reacciones humanas de quienes se encuentran alrededor y plantea algunos dilemas éticos muy delicados. En esos aspectos resultan apreciables las aportaciones de los distintos secundarios. Conforme aumenta la angustia en esta carrera contrarreloj, surgen unas emociones inevitables.

Pone en valor los riesgos a que se exponen estos héroes anónimos. Realza su labor esencial en el mundo actual, donde el flujo de energías y las comunicaciones digitales requieren esos enormes conductos sumergidos.

El cineasta británico acredita su pericia en las trepidantes secuencias subacuáticas. La música compuesta por Paul Leonard-Morgan acompaña a las imágenes en los momentos precisos y refuerza sus inquietantes propósitos.

El guion distribuye adecuadamente la participación de los diferentes personajes involucrados en este incidente. En cuanto a los actores, la experiencia y el carisma de Woody Harrelson lo sitúan por encima del resto. Convencen, no obstante, Finn Cole (Peaky Blinders), Simu Liu (Barbie) y Cliff Curtis (Megalodón) en el rol de capitán.












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