Se aproxima a un thriller de espionaje que prima el suspense y minimiza la acción. Tal circunstancia no quita para convenir que la intriga resulta absorbente de principio a fin. Mantiene la tensión constantemente con una historia fácil de seguir, aunque el preámbulo descoloca. Centrado el argumento, las situaciones limite se suceden, sin que quepa intuir cualquier desenlace y menos aún la verdadera resolución del filme. No obstante, los bruscos e inesperados giros que esconde pueden generar cierta contrariedad.
El título, Relay, hace referencia a un curioso sistema de llamadas telefónicas anónimas, cuyas conversaciones se transmiten mediante terceros que, terminada la comunicación, no conservan ningún mensaje. Conviene tenerlo presente porque constituye un elemento esencial del relato.
Sarah Grant se encuentra en serios apuros. Esta antigua trabajadora de la corporación Cybo Sementis conoce los peligros del trigo modificado genéticamente que la empresa ha vendido a varios países. Si acaba por consumirse podría causar enfermedades muy graves. De hecho, posee un extenso informe que lo demuestra. Sin embargo, tras ser despedida y amenazada, teme por su vida. Quiere devolver el dossier, olvidarlo todo y que dejen de acosarla. Con esas intenciones contacta con una agencia especializada en reintegrar archivos comprometedores y garantizar la seguridad de quienes contratan sus servicios.
La película reparte la atención entre sus tres pilares fundamentales: el intermediario, la exempleada y los matones de la compañía. Trata de que el público empatice con el negociador y su clienta. Ahora bien, si se piensa fríamente, ambos carecen de unos valores éticos ejemplares. Tampoco la parte contraria mejora mucho esta consideración; pese a ello, se sigue con interés.
Funciona básicamente como un vehículo de evasión, donde las tecnologías actuales y los esfuerzos continuos por eludir el control que ejercen sobre nosotros juegan un papel determinante. Desde ese punto de vista cumple sobradamente con las expectativas. Aun así, el director escocés David Mackenzie queda lejos del nivel que alcanzó con la notable Comanchería (2016).
Respecto a los apartados técnicos, destaca particularmente el montaje, que proporciona una narración enérgica.
No cabe oponer reparos a las interpretaciones de los protagonistas. Riz Ahmed (Venom), Lily James (Baby Driver, Yesterday) y Sam Worthington (Avatar) atienden adecuadamente las limitadas exigencias de sus personajes.
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