Mantiene los patrones de la serie televisiva Police Squad! (1982) y del filme estrenado en 1994 con el mismo título que este. Remoza determinados aspectos sin alejarse de sus referencias. Ahora, las peligrosas utilidades que proporcionan las nuevas tecnologías se convierten en un pretexto adecuado. Su sentido del humor se plasma en gags de diferente inspiración. Hay momentos absolutamente tronchantes y otros de sal gruesa no siempre afortunados. En cualquier caso, proporciona el entretenimiento que se espera durante unos aprovechados 89 minutos.
El teniente Frank Drebin Jr. ha seguido los pasos de su admirado padre. Tiene un historial repleto de dudosos éxitos porque se salta las leyes cuando quiere. Sus colegas le admiran, pero la jefa Davis lo intenta poner a raya y le asigna casos menores. Mientras investiga un extraño accidente de tráfico descubre que alguien asesinó al conductor, el prestigioso ingeniero informático Simon Davenport. La hermana del fallecido intentará ayudarle a desenmascarar al criminal. El respetado y poderoso magnate para quien trabajaba el difunto analista es el principal sospechoso.
La hilarante secuencia inicial ya supone una declaración de intenciones. Evidencia el propósito de dar continuación a la saga sin obviar sus orígenes. Conforme avanza combina distintos tipos de recursos cómicos. Los juegos de palabras, las situaciones surrealistas, los malentendidos descacharrantes y los diálogos picantes se suceden sin descanso.
Aunque la trama la impulsa un macguffin en toda regla, el guion nunca la descuida. Incluso se permite, mediado el metraje, insertar una especie de corto romántico con toques fantásticos que funciona por sí solo, gracias también a la canción ochentera Nothing’s Gonna Stop Us Now.
Los instantes finales caen, como era previsible, en la desmesura, y cierra la película una simpática broma poscréditos.
Los espectadores nostálgicos apreciarán los numerosos guiños a sus predecesoras que va incorporando con una acertada ironía. Sin embargo, eso no le impide introducir unas lecturas críticas acertadas. La sociedad extremadamente garantista en la que nos movemos y los dispositivos digitales entran dentro de su punto de mira.
Liam Neeson sorprende con unos registros nada habituales, en los que se atisban notas de autoparodia. Supera ampliamente las expectativas y completa una interpretación muy convincente. Le acompaña Pamela Anderson, que protagoniza la escena más chispeante de esta comedia y lo hace en clave musical. Por su parte, Danny Huston (Marlowe, Hasta el fin del mundo) repite en un rol de malvado.

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