martes, 22 de julio de 2025

BLACK DOG

 

Esta producción china, premiada en los festivales de Cannes y Valladolid, toma como eje argumental una curiosa amistad que depara momentos emotivos. Acompaña su desarrollo de unas delicadas circunstancias sociales que se vienen dando en el gigante asiático. La despoblación y la especulación son sutilmente denunciadas a través de un relato intimista, que avanza sin precipitarse. Llama la atención la parquedad en palabras del protagonista, algo que, curiosamente, no le impide expresar sus inquietudes.

Julio de 2008. Lang Yonghui regresa a su pueblo, al sur del desierto de Gobi, tras pasar unos años en la cárcel. Este artista de las acrobacias motorizadas fue condenado por homicidio imprudente. Ahora, se encuentra con una ciudad vaciada y marcada por el éxodo. Muchas casas serán derruidas y ocupadas por fábricas. La mayoría de quienes se fueron abandonaron allí a sus perros. Las autoridades temen que contagien la rabia a los todavía residentes y ordena capturarlos. En ese marco, el recién llegado se encariña con un lebrel negro.

Black Dog

La repercusión mundial que supuso celebrar los Juegos Olímpicos en Pekín, cuya mención se produce intermitentemente, contrasta intencionadamente con la triste realidad de las regiones más decadentes. La potente imagen que se proyecta al exterior choca con el abandono de esas provincias olvidadas y pobres. En este aspecto hay que aplaudir la valentía del director Guan Hu.

Matiza ese tono de pesimismo y desamparo, con el inesperado vínculo que surge entre el exconvicto y su nuevo amigo. La relación parte del enfrentamiento a la creación de unos lazos indisolubles. Indudablemente, los amantes de las mascotas la disfrutarán en mayor medida.

Incorpora una inquietante subtrama en clave de thriller, salpicada por episodios violentos, que aumenta la incertidumbre sobre el desenlace. El drama paternofilial multiplica la desazón de este joven desubicado. Además, esboza un romance que no termina de cerrar expresamente, dejando a la imaginación del espectador su resolución definitiva.

Sin un gran despliegue de medios técnicos, cabe destacar el trabajo del equipo fotográfico. Ofrece unas panorámicas elocuentes. Igualmente, los dos accidentes automovilísticos que recrea resultan totalmente verosímiles.

El actor Eddie Peng consigue finalmente acercarnos al bondadoso y tierno interior de un tipo taciturno. Los anónimos adiestradores caninos merecen especial reconocimiento. Su labor, fundamental, brilla y sorprende en varias secuencias.








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