La jerezana Yolanda Centeno desarrolla el argumento de su cortometraje Imposible decirte adiós (2021), que giraba en torno a un tema interesante, delicado y muy actual, poco tratado por el cine. La ruptura de las parejas reconstituidas conlleva a veces la pérdida del contacto con los hijos adoptivos, causando unos traumas inevitables. Tampoco las leyes se han preocupado por estas situaciones. Por ese motivo, de inicio, hay que reconocerle el mérito a la directora y coguionista de la película. No obstante, aunque mesura el metraje (94 minutos créditos incluidos), el tono melancólico y la falta de tensión ralentizan demasiado el desarrollo del relato.
Paula lleva cinco años viviendo con Raúl, un padre divorciado que lucha por obtener la custodia compartida del pequeño Dani. Ella lo quiere como si fuera su madre. Sin embargo, la relación atraviesa una crisis irreversible y termina por abandonar el hogar que han compartido los tres durante tanto tiempo. Lo hace pese al enorme cariño que siente por el niño, a quien echa de menos constantemente. Así que intentará verlo esporádicamente, porque él también la añora.
Con esta premisa, asistimos a un melodrama contenido. Los personajes dejan entrever el profundo dolor que arrastran sin llegar a estallar. Atribulados, luchan, en diferentes ámbitos, por recuperar los afectos perdidos o bruscamente mermados. Escenifica las consecuencias desgarradoras de una despedida imprevista que amarga por igual a adultos y menores, cuya fragilidad no siempre se toma en consideración.
Quienes conozcan de cerca estas circunstancias, empatizarán más fácilmente con los protagonistas, aun cuando los describa sin entrar en muchos detalles. No resulta imprescindible, pero marca cierta distancia.
Mediado el filme, introduce un ligero giro incidental que descoloca por inesperado. Básicamente, le permite plasmar a la realizadora su compromiso con una mentalidad libre de prejuicios.
Apuesta por el talante benevolente y comprensivo, sin obviar los conflictos ineludibles.
Alexandra Jiménez se aleja de sus habituales papeles cómicos y convence plenamente. Además, genera una química adecuada con Juan Diego Botto. Ahora, bien, el que se gana al público es el jovencísimo Álex Infantes. La naturalidad que muestra encandila por completo.
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