martes, 17 de junio de 2025

EL JOCKEY

 

Este cuento surrealista, aderezado puntualmente por escenas propias de un videoclip estrafalario, gustará a aquellos que busquen propuestas atrevidas y nada convencionales. Los prometedores preámbulos, que presentan hechuras de thriller, van desvaneciéndose conforme el errático guion se preocupa más por sorprender con recursos tan originales como estrambóticos. Las ensoñaciones y unos toques de realismo mágico completan el desconcertante collage que nos ofrece. Al mismo tiempo, bajo el drama psicológico que sostiene su desarrollo, se advierte la firme intención de hace reír con situaciones absurdas y chocantes.

El joven Remo Manfredini es el mejor jockey del momento en Argentina; sin embargo, padece adicciones y traumas ligados al pasado que lo descentran continuamente. Además, en unos meses será padre porque Abril, su pareja, está embarazada. Ahora, ha de concentrarse en ganar el siguiente gran premio; así se lo exige Sirena, el empresario mafioso para el que trabaja. Tras sufrir un inesperado accidente, pierde la memoria. Al recuperarse, adquiere una identidad distinta, pero puede que no le sea del todo desconocida.

EL JOCKEY

La historia deambula por diferentes géneros sin tomarse nunca en serio. Superada la introducción, se torna errática. Camina sin rumbo fijo, igual que el protagonista. Intenta acercarnos a su sentir atormentado, que únicamente encuentra refugio en las drogas y el alcohol. Con ello pretende justificar los continuos detalles delirantes y simbólicos que proyecta, alcanzando en ocasiones unas cotas demasiado grotescas, ridículas e incluso incómodas.

Vertebra la narración mediante fundidos a negro. Cuando regresa a la acción, procura descolocar al espectador con circunstancias impredecibles. Los aspectos oníricos se multiplican paulatinamente; no obstante, logra explicar someramente las razones de la transformación del ilustre jinete. El desenlace, un tanto frío y ajustado al talante general, se ampara en esos motivos.

La dirección artística mezcla elementos de varias épocas, aunque predomina un marcado tono vintage. Por otra parte, se aprecia la notable labor de maquillaje y peluquería, que a su vez resulta esencial. Y la selección de canciones aporta unos agradecidos contrapuntos desenfadados.

Los numerosos premios y reconocimientos obtenidos en diversos festivales por la película de Luis Ortega (El ángel) le deben mucho a Nahuel Pérez Biscayart (120 pulsaciones por minuto, El profesor de persa). El actor cumple con los requerimientos de un personaje atípico y complejo. Del elenco de secundarios sobresale Úrsula Corberó, que le confiere peso y carácter a su papel.









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