martes, 13 de mayo de 2025

WARFARE: TIEMPO DE GUERRA

 

Recrea un cruento episodio bélico que tuvo lugar durante la guerra de Iraq, alcanzando cotas espeluznantes. Coloca al espectador en el centro de la acción. Consigue la experiencia inmersiva que busca gracias a sus incuestionables excelencias técnicas. Deja al margen las disquisiciones políticas y apenas se preocupa por describir a los personajes. No cuenta casi nada de ellos, pero aun así provoca una angustia continuada. En ese sentido conecta con otros títulos del género extraordinariamente realistas. Black Hawk derribado (2001), ‘71 (2014), 13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi (2016) e incluso la introducción de Salvar al soldado Ryan (1998) causaron las mismas sensaciones terroríficas y adrenalínicas.

Ramadi, 19 de noviembre de 2006. Al caer la noche un pelotón de los Navy SEAL recorre las calles para reforzar a los marines, que llevan varios días combatiendo allí. Deben asegurar una posición antes de que amanezca. Piensan que si son cautelosos podrán pasar desapercibidos. Sin embargo, alguien los ha visto entrar en la vivienda donde esperarán nuevas órdenes. Pronto serán objeto de una terrible emboscada.

WARFARE: TIEMPO DE GUERRA

El preámbulo, que muestra a los miembros de la unidad Alpha One mirando un animado videoclip y bromeando, es engañoso. Acto seguido, los vemos en territorio enemigo y la tensión va creciendo rápidamente, aunque los enemigos no sean visibles. La irrupción en la casa habitada por civiles, desde la que vigilarán los movimientos del exterior, resulta inquietante.

La aparente calma que impera al principio precede a un infierno inminente. En esos instantes previos reparte la atención entre los distintos ocupantes armados. Sus comentarios se ciñen únicamente a la misión. Curiosamente, omitiendo los aspectos particulares, que facilitarían la empatía con el público, logra ponernos prácticamente en su pellejo. Por el contrario, enfatiza la camaradería y el sentimiento de hermandad que les une.

Al estallar las hostilidades, el director Alex Garland (Ex Machina, Civil War) despliega toda su pericia. Se desplaza de una a otra planta del improvisado cuartel con agilidad. El incesante silbido de las balas se convierte en la banda sonora del filme. Lejos de estancarse en el tiroteo, asistimos a secuencias impactantes cuando la virulencia del ataque insurgente se multiplica.

Sin verbalizar ningún mensaje antibelicista, las imágenes hablan por sí solas. El epílogo se detiene en las víctimas colaterales y también homenajea a los militares que sufrieron el asedio.









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