martes, 13 de mayo de 2025

EL ÚLTIMO SUSPIRO

 

A sus 91 años Costa-Gavras centra la atención en el final de la vida desde diferentes perspectivas, pero siempre con sensibilidad, enfatizando los aspectos humanos y solidarios. Adapta el libro homónimo que escribió Régis Debray con la colaboración del doctor Claude Grange, basado en distintos casos reales. Ellos mismos, con otros nombres, son los protagonistas de este filme, que intenta dignificar ese último trance y ayudarnos a aceptar la muerte. Adopta fundamentalmente un tono afable y recurre al sentido del humor frecuentemente, sin ocultar el drama ni las emociones cuando corresponde. El collage que compone resulta muy elocuente e incluso se permite tocar con mucho tacto temas delicados como la eutanasia. Integran el reparto unos actores solventes que aportan su contrastado talento.

Fabrice Toussaint, ensayista y filósofo, pasa por el hospital porque le han detectado una mancha sospechosa. Al acabar la revisión, entabla amistad con Augustin Masset, un médico especializado en cuidados paliativos y gran admirador de sus obras. Precisamente, su próximo trabajo versará sobre enfermos terminales, por eso el amable galeno le cuenta las experiencias profesionales que le marcaron. Además, le invita a volver para que pueda documentarse de primera mano. En los siguientes días visitaran juntos a pacientes cuya situación es irreversible, intercambiando ideas y compartiendo vivencias.

EL ÚLTIMO SUSPIRO

El relato nunca decae. Al adentrarse en las habitaciones de la clínica surgen historias personales que suscitan el interés. Si bien están vinculadas por el miedo y la incertidumbre ante un horizonte desconocido e inevitable, no tienen nada más en común, lo cual enriquece la visión de conjunto que ofrece el director griego.

Alterna esos recorridos con las miradas a la parcela familiar, en la que se plantean sosegadamente dilemas trascendentales de difícil resolución. También rinde un merecido homenaje a quienes procuran aliviar el dolor físico y mental de aquellos que han perdido la esperanza.

La hermosa partitura que ha compuesto Armand Amar (Amén, El concierto) acompaña el periplo de estos improvisados amigos, magníficamente interpretados por Denis Podalydès (La mujer del presidente) y Kad Merad (Los chicos del coro, Bienvenidos al Norte). La extraña pareja funciona y genera empatía.

Aparecen en pequeñas intervenciones Charlotte Rampling, Hiam Abbass, Karin Viard y Ángela Molina, que dejan muestras de su consumado oficio, aunque se antojan un tanto desaprovechadas.










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