El magnetismo que le insuflan los actores a unos personajes bien escritos hace muy llevadero este intenso thriller de espionaje. Los aspectos complejos de la intriga se convierten en una excusa para abordar un entramado psicológico donde se entrecruzan las relaciones íntimas y el compromiso profesional. Cualquiera podría ser acusado de traición, pero todos son culpables de engañar y mentir a quienes confían íntimamente en ellos. En base a esa idea desarrolla su elaborado argumento, recorrido por circunstancias imprevisibles, hasta alcanzar el sorprendente desenlace.
George Woodhouse es una institución entre los agentes británicos; minucioso, calculador, sobrio e inteligente, nada se le escapa. Sólo él puede desenmascarar al topo que hay en la organización. Alguien está negociando sin autorización con un programa informático, Severus, que si cae en malas manos desencadenaría el caos y causaría miles de víctimas inocentes. En la lista de los principales sospechosos figura Kathryn St. Jean, su amada esposa.
El planteamiento resulta atrayente. Establece un reñido pulso que enfrenta la lealtad a la patria al amor incondicional. Gana todavía mayor interés al completar el cuadro protagonista con cuatro colegas más. Al sentarlos en la mesa parece escenificar una partida de Cluedo abierta a diversas especulaciones.
Sin recurrir a la acción, mantiene viva la atención porque sabe ligar los acontecimientos y los giros que van acercando la trama hacia la resolución. Lógicamente, nunca ofrece pistas que permitan al espectador avanzar una hipótesis sólida. Al mismo tiempo, le invita a conjeturar desde la butaca. Mientras, profundiza en las diferentes debilidades humanas que encarnan los implicados.
Suple las secuencias vibrantes con otras absorbentes. El interrogatorio con el polígrafo, verdaderamente curioso, se convierte en uno de sus mejores momentos.
Se nota la mano de David Koepp (The Paper (Detrás de la noticia), La habitación del pánico). El consumado guionista firma unos inspirados diálogos, acicalados con matices irónicos, y proporciona una narración ágil que no decae durante los 90 aprovechados minutos del filme.
Michael Fassbender (El asesino) retoma registros en los que ya le hemos visto desenvolverse a la perfección. En torno a él gira el resto del convincente elenco. Destacan también las participaciones de Cate Blanchett, Marisa Abela y Tom Burke.
Tras el reciente estreno de Presence, Steven Soderbergh (Ocean’s Eleven, Traffic, Erin Brockovich) regresa a la cartelera sin flaquear.
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