La Segunda Guerra Mundial sigue siendo una fuente inagotable de inspiración cinematográfica. Bien sean historias épicas o singulares, continúan recreándose episodios poco conocidos y novedosos en determinados aspectos, capaces de emocionar al público. Este interesante biopic, que parte de unas circunstancias individuales, nos acerca a unos dramas colectivos terribles, algunos sobradamente escenificados, pero tratados desde otra perspectiva. Además, incide en los acotados roles militares a los cuales podían acceder las mujeres y retrata las desgracias soportadas por las que fueron víctimas de la barbarie. Un reparto contrastado y su impecable ambientación suman méritos al filme.
En 1938 la fotógrafa estadounidense Lee Miller desembarca en la Costa Azul. Piensa pasar allí varios días con unos amigos artistas. Atrás quedan los tiempos en los que fue una cotizada modelo. Durante la estancia en Mougins se enamora de quien será su marido, el pintor Roland Penrose. Se instala con él en Londres y consigue que la prestigiosa revista Vogue la contrate. Al comenzar la contienda decide viajar al frente; sin embargo, tropezará con todo tipo de trabas. Ya en territorio enemigo, sus instantáneas captarán unas atrocidades que nunca imaginó.
El guion vertebra convenientemente el relato mediante la entrevista que la veterana corresponsal le concede a un joven periodista. Con este recurso introduce sucesivos flashbacks por orden cronológico, aunque en esos saltos se advierten ciertas lagunas.
En primer lugar, dedica la atención a la lucha que emprendió contra el sistema por discriminarla. Construye así un discurso feminista reivindicativo que cuestiona los dogmas sociales de aquella época, invitando a hacer comparaciones con la situación actual. Posteriormente se centra en el conflicto armado, donde asistimos a escenas desoladoras que minan la moral de la protagonista.
El epílogo depara una sorpresa totalmente imprevisible y redondea el homenaje que la película rinde a esta figura. Le puso rostro al horror que ignoraban quienes se hallaban lejos del campo de batalla.
Los escenarios, el vestuario, el maquillaje y la bella música compuesta por Alexandre Desplat (La forma del agua) son los propios de una gran producción británica.
Kate Winslet se implica en el recorrido interior que realiza su personaje. Los secundarios van relevándose y sus breves participaciones se benefician del oficio de sus intérpretes. Particularmente, destacan Andy Samberg, habitual actor de doblaje, Josh O’Connor y Marion Cotillard.
El debut como directora de Ellen Kuras resulta altamente prometedor.
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