Tras la curiosa y original comedia ¡Salta! (2023), Olga Osorio era, sin duda, la candidata ideal para dirigir esta película que adapta la novela homónima de la escritora alicantina Elia Barceló, publicada en 2003. Llena la pantalla de sensibilidad romántica con una historia mágica, que sorprende y engancha desde su sencillez. Lo consigue sin alejarse de los patrones clásicos del melodrama. Sustenta la trama en unos personajes sólidos, cuyos convincentes intérpretes proyectan sus emociones. Además, los departamentos técnicos satisfacen las distintas exigencias que requiere la ambientación en cada momento.
Juan Pablo, un prestigioso orfebre, viajará a Nueva York en breve. Desea asistir a la inauguración de una exposición en la que se exhibirán sus mejores obras. Antes, pasará por su pueblo natal, porque quiere cerrar la venta de la vieja casa familiar. También le gustaría reencontrarse con Celia, el romance que le marcó décadas atrás. Nunca ha olvidado los días que compartió con ella; sin embargo, se marchó de allí y no la volvió a ver. Al llegar, pronto se dará cuenta de que las cosas son muy diferentes a como esperaba.
La elegancia y la sobriedad presiden la puesta en escena. Sus tibios comienzos no permiten intuir el giro sorprendente que se produce a los 30 minutos de metraje. Al principio desconcierta, pero el guion, sin desdibujar el argumento central, matiza su impacto con unos agradecidos detalles anecdóticos.
Igualmente, acompaña el desarrollo del relato de un ilustrativo esbozo sobre la situación de la mujer en los años 50. Realmente, esta circunstancia termina siendo decisiva respecto a los acontecimientos que determinan el devenir de los protagonistas.
El desenlace no defrauda y redondea el filme con gusto, respondiendo a las expectativas.
El esfuerzo realizado por los responsables del diseño de producción ofrece un resultado impecable, correspondido por unos discretos efectos infográficos. Las tres épocas por las que transcurre se recrean adecuadamente. La compositora finlandesa Lau Nau aporta una melódica banda sonora que contribuye a tocar la fibra sensible.
El contrastado oficio que atesoran Mario Casas y Michelle Jenner no ensombrece el buen hacer de sus jóvenes compañeros. Enzo Oliver y especialmente la prometedora Zoe Bonafonte (El 47) cumplen con creces.
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