Esta conmovedora cinta de animación logra concienciarnos sobre las situaciones extremadamente dramáticas que sufren los desplazados climáticos. Basada en casos verídicos, invita a reflexionar acerca de los amenazantes cambios que está sufriendo el planeta. Refuerza la advertencia al mirar a continentes diferentes. El filme, que protagonizan tres mujeres de distinta procedencia, presenta una curiosa y eficaz estructura narrativa. Se centra inicialmente en las consecuencias y posteriormente retrocede para narrar las causas de sus desgraciadas circunstancias. Emplea unos dibujos sencillos que no restan nada de crudeza a las historias recreadas.
El huracán Irma arrasa San Martín, en el Caribe, dejando miles de víctimas y un panorama asolador. Valeria, que tiene nacionalidad francesa, decide viajar a París con los pequeños Hennrick y Dayana. Su marido habrá de esperar a conseguir el visado. En la sabana africana la sequía provoca guerras por los pocos pozos de agua que quedan. Tanit se marcha con sus cinco hijos a Nairobi buscando prosperar, pero sin apenas recursos las dificultades crecen. El mar, empujado por el monzón, inunda los cultivos de Ghoramara (la India), arruinando las cosechas. Shaila acepta trabajar en Dubai y alejarse de los suyos. Desde allí podrá enviarles dinero porque servirá a una familia rica; ignora el trato que le espera.
En solo 78 minutos es capaz de encoger el corazón del espectador, especialmente durante la primer hora, triste y absolutamente demoledora. Salta con una agilidad encomiable de un relato a otro. Todos alcanzan la misma intensidad en el plano personal, llegando a cotas emocionalmente desgarradoras.
La esclavitud, la discriminación, los abusos sexuales, la prostitución y la inanición son aspectos que surgen con contundencia. Mitiga la dureza de estos temas al representar leyendas ancestrales con connotaciones religiosas. También denuncia la inacción de las sociedades occidentales acomodadas; muchas ajenas a unos peligros que van extendiéndose paulatinamente, como se ha podido comprobar recientemente en Valencia.
Los compases finales explican los orígenes de las catástrofes escogidas. Envuelve las secuencias de tonos poéticos y algunas metáforas elocuentes. El título, Mariposas negras, apunta esa idea.
Los mensajes e imágenes que sirven de epílogo generan una alerta que no debe pasar desapercibida. El director, David Baute, podría haber rodado un documental con el material que le sirvió de partida, si bien la fórmula escogida resulta muy acertada.
La música compuesta por Diego Navarro y la hermosa canción de cierre que interpreta Rubén Blades ponen la guinda a esta premiada producción nacional.
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