La directora catalana Mar Coll (Tres días con la familia) aborda un tema vinculado a la maternidad pocas veces tratado en el cine con esta valentía. El relato, que presenta hechuras de thriller psicológico, acaba equilibrando los aspectos inquietantes con los puramente dramáticos. La incertidumbre que acompaña siempre a las decisiones de la protagonista no le impide desarrollar una vertiente emocional. Se basa en la novela Las madres no (2019), obra de Katixa Agirre, cuyo presupuesto argumental sirve para escenificar unas obsesiones y contradicciones infrecuentes pero reales. No obstante, el ritmo narrativo experimenta altibajos, aunque nunca decae completamente. El guion sabe colocar los incidentes que recuperan la tensión en los instantes precisos.
María, una exitosa novelista, dio a luz hace unos meses. Sin embargo, en su mente nace un sentimiento de rechazo hacia el pequeño Eric, algo que no puede reprimir. Debe estar pendiente día y noche del bebé, lo que implica dejar de escribir. Nico, su marido, advierte en ella indicios preocupantes, justo cuando planean mudarse a otra casa más grande. Tras enterarse de que la joven francesa Alice Spanet, afincada en Barcelona, ha asesinado a sus dos hijos gemelos, intentará recabar información detallada sobre tan terrible crimen.
Conforme describe la desazón de esta mujer que va contracorriente, abre las puertas a cualquier posibilidad. Las reacciones desproporcionadas que incomodan al espectador se alternan con momentos introspectivos y melancólicos. Se extiende en esa descripción personal hasta que la noticia del doble infanticidio precipita las cosas. El interés morboso que le suscita el caso genera nuevas incógnitas. No sabemos si es el pretexto que necesitaba o busca indagar en las motivaciones de la homicida con fines estrictamente literarios.
La ambigüedad le sienta bien a esta historia estructurada en varios capítulos precedidos por unas reflexiones de filósofos y escritores famosos relacionadas con el contenido de cada episodio. Esa conexión se aprecia al acercase a temas como los sacrificios no reconocidos, el sufrimiento soportado en silencio por miedo, la implicación del padre y el permiso de paternidad.
Los secundarios gozan de pequeñas participaciones, aun siendo necesarios. Mayor relevancia adquiere la partitura compuesta por Zeltia Montes, que marca los tiempos y contribuye decisivamente a transmitir unas sensaciones perturbadoras.
Laura Weissmahr (Júlia ist) justifica sobradamente los méritos que la han hecho acreedora del premio a la mejor actriz en la Seminci. Oriol Pla acredita su contrastado oficio y brilla en el papel de esposo comprensivo, un rol emparentado con el que asumió en Creatura (2023).
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