Siguiendo la estela de El triunfo (2020), Emmanuel Courcol aborda los conflictos y las relaciones humanas primando los buenos sentimientos. Si en aquella película el teatro servía para canalizar la mejora y redención individual, aquí la música cumple una función similar. Combina el drama y la comedia sin caer en los extremos. La sensibilidad y el afecto inspiran las acciones de unos protagonistas íntimamente vinculados, aunque pertenecientes a mundos diferentes. Por otro lado, la loable precisión narrativa con que se desarrolla aligera los 103 minutos de metraje.
Inicialmente nos presenta a Thibaut Desormeaux, un prestigioso director de orquesta. Debido a unas circunstancias imprevistas, se entera de que es adoptado. Será entonces cuando descubra la existencia de su hermano menor, Jimmy. Trabaja como cocinero en una escuela del pueblo minero de Walincourt y le encanta el jazz. Además, dedica el tiempo libre a tocar el trombón en la humilde banda municipal. Pese a lo desconcertante e incómodo del primer encuentro, esta sorprendente conexión irá cambiando sus vidas.
Construye una bonita historia fraternal que se extiende a diversos ámbitos y aporta unas apreciables lecturas. La educación recibida, condicionada por el estrato social, la desigualdad de oportunidades y los caprichos e injusticias que puede deparar el destino sin preverlo ni buscarlo constituyen parte esencial del argumento. También señala la importancia de saber ponderar las aspiraciones y así, evitar frustraciones.
Los personajes ganan en profundidad conforme van conociéndose mutuamente. Pasa del choque a la intersección entre sus dos universos con un talante benevolente y comprensivo. Apuesta por la mirada desde el corazón que busca puntos en común y minimiza las fricciones. Lógicamente, tampoco se libran de algunas desavenencias. Precisamente, esas discrepancias permiten elevar el tono conmovedor de su espléndido desenlace, al que parece apuntar ya el título: Por todo lo alto; prácticamente la traducción del original en francés, donde adquiere doble sentido: En fanfare (A bombo y platillo o A lo grande).
Está protagonizada por Benjamin Lavernhe (Pastel de pera con lavanda, Delicioso) y Pierre Lottin (Cuando cae el otoño), que generan la química precisa. Logran acercarnos con naturalidad a unos caracteres opuestos que se granjean la simpatía del espectador. Los acompaña una notable Sarah Suco (Las invisibles), que representa la lucha contra la precariedad laboral.
El Premio del Público que obtuvo en el Festival de San Sebastián y 7 nominaciones a los César avalan este recomendable estreno.
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