El humor negro y la acción van de la mano en este entretenido thriller que logra sobradamente sus propósitos. Asegura la evasión continua, conjuga con acierto distintos géneros y aprovecha los recursos que maneja. Gracias a su ingenioso guion rentabiliza una inversión relativamente modesta (18 millones de dólares). El eje argumental lo aproxima al cine de superhéroes, pero apuesta por un tratamiento cómico. Sorprende en varios momentos, especialmente durante la primera hora. Por el contrario, en el clímax y el desenlace pierde la inspiración. El buen hacer del reparto contribuye a mejorar el resultado.
La enfermedad genética que padece el introvertido Nathan Caine le hace insensible al dolor físico. Los demás siempre lo han visto como un bicho raro y carece de vida social. Ello no le ha impedido abrirse paso en el mundo laboral. Trabaja para una cooperativa de crédito fiduciaria en San Diego. Algo empieza cambiar el día que conoce a Sherry Margrave. Esta nueva compañera se fija en él y lo invita a salir. No tarda en enamorarse. Por eso, cuando, inesperadamente, se convierte en la rehén de unos violentos atracadores, decide ir a rescatarla valiéndose del don que posee.
El preámbulo transcurre en clave de comedia romántica, adornada por unas peculiaridades que llaman la atención. Transcurridos 30 minutos se produce un giro y cambia de tono súbitamente, lo que, por otro lado, evidencia la estructura convencional del relato. No obstante, liga adecuadamente ese salto. Seguidamente, asistimos a secuencias trepidantes e inquietantes, en las cuales brotan abundantes dosis de sangre propias del gore, aunque las matiza con unos graciosos toques gamberros.
Acelera el ritmo narrativo sin aturullarse y midiendo los tiempos. Dosifica las escenas más movidas, en las que se aprecian numerosos detalles chispeantes e intencionadamente inverosímiles. Los contratiempos se suceden hasta los instantes finales. Con todo, el último acto es el menos estimulante por previsible y repetitivo, si bien la intensidad nunca decae.
La realización no ofrece reparos y deben ensalzarse sus méritos si se considera el presupuesto del filme. Mención destacada merecen los responsables del maquillaje y de las convincentes prótesis empleadas.
Tras su participación en La acompañante, Jack Quaid parece recoger el relevo de su padre, Dennis, mostrando una desenvoltura similar. Lo mismo puede decirse del actor que ejerce de malo, Ray Nicholson. No se queda atrás la actriz Amber Midthunder (Comanchería, Ice Road).
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