La sombra de Quentin Tarantino, en su mejor versión (Resevoir Dogs, Los odiosos ocho) y cierto aire hitchcockiano planean sobre este absorbente thriller. La ópera prima de Francis Galluppi cuenta con un guion redondo que el novel cineasta firma en solitario. El suspense, que alcanza unas cotas extremas, queda matizado por unas inteligentes y oportunas notas irónicas hasta desembocar en una resolución explosiva. Los imprevistos se suceden desde el principio, lo que invita al público a permanecer atento durante sus bien aprovechados 90 minutos. El mismo acierto cabe atribuir a la labor de casting. Todos los intérpretes, sin que ninguno tenga la categoría de estrella, encajan a la perfección en sus respectivos papeles.
Un agente comercial que se dedica a la venta de cuchillos para a repostar combustible en medio del desierto. Sin embargo, el encargado del área de servicio le dice que en breve llegará el camión cisterna porque los depósitos están vacíos. Siguiendo su consejo, decide esperar en la cafetería que atiende la amable Charlotte, casada con el sheriff del condado. Poco después, entran dos criminales peligrosos que han asaltado el banco de Buckeye (Arizona). Intentan que nadie los descubra, pero conforme aumentan los clientes del local, la tensión se multiplica.
Con un manifiesto tono indie, el calculado relato se apoya en la caracterización de los personajes. Aunque los hay con más protagonismo, nos da a conocer de cada uno la información necesaria; no obstante, algunos presentan rasgos abiertamente caricaturescos. Controla los tiempos a la hora de ponerlos en escena, con lo que las sensaciones inquietantes van creciendo, componiendo un cuadro coral explosivo. La codicia, de distintas maneras, vincula a la mayoría y ello deriva en unos dilemas morales que proyecta hacia el espectador.
El desenlace esconde detalles sorprendentes y fatídicos. Remata el filme con un epílogo adecuado y rotundo.
Su modesto presupuesto (1 millón de dólares) hace muy meritorias las virtudes técnicas que se aprecian. El director les saca el máximo partido a unos medios limitados y logra una loable ambientación setentera. Rentabiliza la experiencia acumulada en la realización de cortometrajes, como acredita la notable factura que exhibe.
Del irreprochable elenco, destacan Jim Cummings (El cuento de la criada), Jocelin Donahue (La casa del diablo) y el siempre turbador Richard Brake (Doom, Vesper).
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