Halfdan Ullmann Tøndel, siguiendo la estela familiar, debuta tras las cámaras con este complejo drama psicológico, delicado por su temática y demasiado osado si atendemos a los recursos narrativos que aplica. La trama impacta desde el principio, al presentar sin ambages el conflicto central del filme. Conforme se desarrolla destapa un intrincado andamiaje de secretos, mentiras, traumas y vínculos. Se complica innecesariamente al tomarse unas peculiares licencias artísticas que descolocan y rompen el ritmo. Terminan enervando la contundencia del desenlace, bastante más inspirado y rotundo de lo que pueda parecer.
Sunna, la profesora de Armand y Jon, convoca urgentemente a sus respectivos padres. Pese a la amistad que presumiblemente une a los dos niños, hay indicios de una agresión sexual. La reunión, sin duda desagradable, pretende esclarecer definitivamente lo ocurrido y proponer las medidas que sean necesarias para corregir las conductas violentas. La teoría que ofrece cada uno de los hechos choca frontalmente con unas revelaciones posteriores impensables e inquietantes.
El guion reorienta paulatinamente la intriga con detalles que incitan al espectador a especular, manteniendo siempre la incertidumbre en todo lo alto. Además, va cambiando la perspectiva del relato y rompe los esquemas. Desvía las sospechas hábilmente y logra sorprender.
En ese giro progresivo, habla de la culpabilidad, la sobreprotección, la hipocresía, los malos tratos, las verdades relativas y los pesares ocultos. Compone una historia con un potencial enorme, cercana en determinados aspectos a la magistral producción danesa La caza (2012).
Antes de los compases finales ya asistimos a diversas situaciones puntuales tan curiosas como desconcertantes. Estos pasajes llenos de simbolismo y encajados con dificultad adquieren mayor protagonismo en los últimos minutos.
La acción discurre por unos pocos espacios interiores, pero la realización, al margen de las singulares técnicas empleadas, acierta a dinamizar la puesta en escena.
El cuadro actoral se muestra a la altura, particularmente la actriz noruega Renate Reinsve (La peor persona del mundo), que completa brillantemente un exigente tour de force. A su lado destacan la notable Ellen Dorrit Petersen (Blind) y la joven Thea Lambrechts Vaulen.
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